No puedo dar crédito a la información que motiva el artículo de Javier Marías en EL PAÍS SEMANAL de ayer domingo 11 de diciembre ADOLESCENTES COMO BISABUELOS. Desde que doy clase en la Universidad, he tenido la sensación de que los medios de comunicación hablaban de unos jóvenes que nada tenían que ver con los que yo conozco, semana tras semana durante un curso académico al menos, en las aulas.
A nadie se nos escapa que las noticias se nutren de lo escandaloso y que las personas que hacen su trabajo lo mejor que pueden, que ayudan en lo que pueden, que se comprometen en lo que pueden, no hacen ruido y, por tanto, no interesan mediáticamente.
Pero os pregunto, por vuestra proximidad generacional con el tema: ¿cuánto hay de verdad en lo que muestran las encuestas que Marías cita? Y, si hay mucho de cierto, ¿qué estamos haciendo tan mal? y, sobre todo, ¿qué podemos hacer un poco mejor?
No dudo que haya muchos jóvenes que piensen así. Y sería interesante ver la relación entre estos resultados y el fracaso escolar de los adolescentes españoles. Pero el problema va mucho más allá.
ResponderEliminarCon toda seguridad esa encuesta no daría los mismos valores en estudiantes universitarios. Y por ello consideramos que estamos fuera de las garras del machismo y la violencia de género. ESO NOS HACE DÉBILES.
El problema está en cómo se enfoca el tema. Sólo se habla de violencia de género cuando la cosa ha pasado a las manos o, como mínimo, a los insultos. Pero la violencia empieza mucho antes. Nadie acepta el primer día un insulto y mucho menos un bofetón. Entonces, ¿cómo empieza?
Con miles de pequeños detalles que al principio carecen de importancia, o que incluso pueden parecer bonitos. Estos a la larga acaban restando capacidad de autodecisión, van minando a la persona, reduciéndola a la sumisión y llegando a aceptar la situación sintiéndose culpable.
Sí, la violencia de género está mucho más cerca de lo que creemos. Está entre nosotros.